Amanecemos con un objetivo en la cabeza: llegar a Laos.
El único entretenimiento que encontramos en nuestro penoso avance, además de los saludos de los niños, es el siguiente: un motorista que, después de mucho gritar y gesticular, consigue que nos detengamos. Se trata, al parecer, de un amigo que va siguiendo nuestro viaje a través de las fotos que Twon cuelga en Facebook y que se encuentra perdido, igual que nosotros, en aquél recóndito rincón de su país, igual que nosotros, él por motivos de trabajo.
Después de muchos kilómetros más, ya atardeciendo llegamos a Kampong Sralau y, entre árboles, intuyo el Mekong… Por fin, el ansiado río, la vegetación exhuberante, agua en abundancia, ante nuestros ojos.
Ya isla, qué bien nos viene que vayas conociendo las costumbres del país……cuando lleguemos serás la guía perfecta…….
Si, podré traduciros todo, colarnos en fiestas, y pedir que la comida no sea picante… 😛